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viernes, 19 de agosto de 2016



                El Suicidio, ¿Una crisis psicológica?                               

El ser humano  provoca  acciones autodestructivas como por ejemplo fumar, ingerir bebidas alcohólicas en exceso, practicar deportes de riesgo pero la intención final no es la de acabar con su vida sino llenar vacíos emocionales, pero cuando una persona tiene una intención de suicidio no busca el deleite sino acabar con el sufrimiento porque su visión de túnel no permite ver posibles salidas.

Partiendo de esta premisa nadie está preparado para recibir la noticia de que alguien se ha quitado la vida. La muerte forma parte del ser humano desde el mismo momento en que se nace, pero hablar de ella culturalmente es de mal gusto,  la palabra “muerte” o “morir” incomodan y por eso se usan eufemismos: “Se ha ido a un largo viaje”, “Ahora está en otro lugar”, “Descansa en paz”.

La muerte es un acontecimiento irreversible que, no sólo no elimina el dolor, sino que lo transmite a quienes lo  rodean.  Existen muertes que suponen un cierto alivio, como los enfermos crónicos con pronóstico extremadamente doloroso, los cuales se hacen menos traumáticos para los dolientes cuando hay una aceptación, tiempo y espacio para un apropiado adiós.

En términos generales la muerte de un familiar o allegado es una de las situaciones más estresantes y de conmoción por la que puede pasar una persona pero cuando la  muerte es inesperada y violenta a causa de un suicidio, suele hacerse todavía más complicada y difícil de aceptar, causando un dolor intenso y prolongado (“fuerte onda de choque emocional”).

“¿Cómo puede pasarme esto a mi?” “¿Por qué lo hizo?”, “¿Cómo me pudo causar este dolor?”, “¿En qué se falló?”, “¿Yo podía haberlo evitado?” “¿No pensó en la esposa, los hijos, la madre o el padre?” “¿Cómo me pudo hacer tanto daño?”, “¿Acaso nos merecíamos esto?”, “¿No pudo darle su esposo lo que necesitaba?”, “¿Dios no podía haberlo evitado?”. Estos son los redundantes comunes en las familias y amigos del suicida, producto  de los sentimientos que despiertan, ya que es difícil de entender, asimilar y aceptar.

El suicidio. Se conoce de  muchas formas, pero al final de cuentas el resultado es el mismo: una persona se va y los que la rodean se quedan con la duda de por qué lo hizo. El suicidio es el máximo acto de desesperanza de una persona, es un golpe que noquea, es un acto de enorme violencia que deja devastados y traumatizados a los familiares quienes se cuestionan, se enojan, se sienten traicionados y abandonados.

El suicidio es vivenciado como una acusación por lo que se hizo o se dejo de hacer, lo que se dijo o lo que se silenció. En el caso de las madres en su papel de cuidadoras encuentran muchas dificultades para entender sus desvelos, sus intentos de protección y esfuerzos que fueron ineficaces a la hora de evitar la tragedia y se sienten traicionadas por la conducta del suicida.

 Algunos piensan y comentan que la persona que se suicida es Valeroso por no tener miedo a la muerte, otros que es un acto de cobardía y egoísmo por las graves consecuencias que su muerte provocan, para algunas religiones, el suicido es un pecado, ya que nadie tiene derecho a quitarse la vida, solo Dios es el que determina, cuándo y cómo. En este sentido es importante ser muy respetuoso ya que las personas del entorno presentan culpabilizadores sobre el suicidio, que contribuyen a que los familiares se aíslen y se sientan estigmatizados.

El hombre ha de ser capaz con su equilibrio de afrontar las circunstancias adversas que le salen al paso, donde la vida no es más o menos justa, más o menos injusta, mala o buena, en cambio una persona con depresión hace que la visión del mundo circundante se estreche hasta tal punto que se llega a distorsionar la realidad. Un suicida busca es acabar con el intenso y profundo sufrimiento por el cual está  pasando, sin poder ver quizá que existe otra salida, es una agresión hacia la persona por sentirse abandonado y querer dirigir la agresividad que ésta siente hacia sí misma. Lo cierto es que el suicido es atribuible a un estado de severa depresión, ya que la depresión es una enfermedad de carácter psicosocial que incapacita a la persona en  pensar,  actuar y responder como otras personas lo harían en la vida diaria.

Algunos familiares además de sentirse culpables y perdidos en un laberinto de confusión, sienten que no tienen derecho a ser felices después de algo así. Sentir culpa es algo muy frecuente, y es una de las partes más difíciles de superar. Ante una muerte por suicidio, Siempre surgen en el duelo los "¿Por qué?” (que esconden muchos sentimientos, que funcionan como “distractores emocionales”) y la culpa que son las dos grandes complicaciones para elaborar el duelo. Al final sí existe un porqué de lo ocurrido,  pero no es el que se busca o esperan los familiares, y es que el fallecido quiso que así fuera, su decisión de dejarlos excluidos fue  por protección, por la propia confusión de la enfermedad.
La muerte se torna odiosa cuando no hubo tiempo para un adiós o hubo una mala despedida, en este sentido se deben aprender a perdonar tanto a la persona que lo hizo, como a sí mismo. Es una tarea difícil, pero es algo que se debe hacer. Es muy significativo expresar lo que se siente y no guardarlo y quedarse con las cosas reprimidas porque llega el momento en que explota, y como toda explosión, es violenta y termina lastimando a las personas que más queremos.
Otra de las grandes preguntas es: “¿Pude haberlo evitado?”, “¿Se puede prever o prevenir un suicidio?” o¿Cómo no reconocí que estaba en el abismo?” . Todo suicidio tiene su parte de misterio y  para comprender a la persona que se ha suicidado tendríamos que ser ella.  Aunque hay algunas señales que puedan estar alertando del riesgo de suicidio, es difícil de prevenir ya que prácticamente hay que tener dotes adivinatorios para intuirlo. Esta es una de los grandes interrogantes de los supervivientes, de ahí su sentimiento de culpa. La tendencia de estos es a pensar que sí se pudo evitar, sin embargo la experiencia  dice que es el propio protagonista del suicidio, quien quiso que fuera así. El deseo de muerte es un síntoma de muchas enfermedades y no es justo ni para el doliente ni para el fallecido ser juzgado por el acto cometido.

Por lo tanto, nadie es responsable de las decisiones que toman los demás, en este sentido pensar que no se hizo nada por prevenir la muerte de un familiar lo hace más doloroso aun. Lo que no se asume no se supera, y prolonga el sufrimiento.

El suicidio se manifiesta como un fenómeno innegable y profundamente significativo para todas las sociedades del mundo histórico. El suicidio se encuentra entre las diez causas de muerte en las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), independientemente de la geografía, cultura, etnia, religión, posición socioeconómica. Se considera que cada día se suicidan en el mundo al menos 1.110 personas y lo intentan cientos de miles.
El duelo, duele y es un proceso emocional que atraviesa una persona tras sufrir algún tipo de pérdida, pero se torna más traumático, más doloroso, más desequilibrante y prolongado cuando es un suicidio. El duelo por suicidio se incrementa hasta niveles insoportables e implica cambios biológicos (duele el cuerpo), psicológicos (dolor psíquico insoportable), familiar (dolor por la persona que amamos), espiritual (como se suele decir, duele el alma) y social (culpabilizadores que hacen sentir a los familiares estigmatizados).

Toda pérdida conlleva un trabajo de duelo y requiere una elaboración personal, ya que  cada persona es diferente y tiene su propio ritmo, en tal sentido no existe una forma correcta de pasar el duelo por que  cada individuo lo vive a su manea. El duelo que sufren los familiares que pasan por el suicidio es diferente a otros duelos, ya que en estos casos se unen dos duelos, uno por la propia muerte en sí y otro por la forma de morir. El suicidio hace más prolongado el shock, el aislamiento y la culpa, siendo entonces importante comunicar a su familia y allegados como va a elaborar su duelo (por ejemplo querer estar sólo) y así será más fácil que le puedan ayudar.

La pérdida implica un cambio; si este no se asume, comenzarán las dificultades en el manejo de la nueva situación y es trascendental en el proceso de elaboración del duelo aceptar que la persona no va a volver y darse tiempo para entender y aceptar emociones, sentimientos para aprender a vivir sin su ser querido y tratar de reconstruir su vida y darle un  resignificando en  su forma de estar en el mundo y seguir adelante adaptando los planes de futuro a la nueva situación sin la persona fallecida. Se puede decir que se ha completado un duelo cuando la persona es  capaz de recordar al fallecido sin sentir dolor, dejado de vivir en el pasado e invirtiendo de nuevo toda la energía en la vida y en los vivos.

La fe es un plus que ayuda a vivir mejor el duelo, y ante la pregunta: ¿Lo perdonará Dios?", las religiones en general estigmatizan esa forma de morir, pero una religión saludable es aquella que no condena a la persona que se suicida,   y se ocupa más del sufrimiento que puedan estar teniendo esos familiares por la pérdida que han sufrido. Sólo Dios sabe que hay en el corazón de la persona en ese momento que bajo la desorientación distorsiono su percepción y actuó de forma compulsiva.

 En el año 2003 el suicidio se declaró como un problema de salud pública por la World Health Organization (WHO), y por tanto la Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto con la Asociación Internacional de Prevención de Suicidio (IASP), declararon el 10 de septiembre como el “Día Mundial de la Prevención del Suicidio”.




miércoles, 17 de agosto de 2016





LA RESIGNIFICACIÓN
En los primeros años de vida el ser humano va formando su personalidad de acuerdo a modelos y esquemas de conducta adquiridos en el entorno donde ese individuo se desarrolla y posteriormente se van a reproducir de manera inconscientes ya que fueron inculcados a través de filtros y patrones que no te dejan SER como realmente quieres    y  ESTAR  en el mundo de manera crítica y comprometida con el  buen vivir.

Re-significar quiere decir encontrar un nuevo significado, es un término usado en áreas, científico, filosófico, histórico, educacional, cultural, como también en ámbitos sociales, económicos, políticos e ideológicos.

La resignificación en el ámbito de la psicología se refiere a otorgar un sentido diferente al pasado a partir de una nueva comprensión del presente sobre un acontecimiento o conducta que  ocurrió y adquiere un nuevo sentido y antes no se tenía, porque arroja una luz o nueva interpretación sobre aquella situación pretérita. Un ejemplo puede ser: "ahora que me casé entiendo porqué el año pasado mi mamá me recomendó que no me casara".

Es un procedimiento que busca encontrar un significado nuevo, alternativo, y obliga al sujeto a resignificar sus vínculos familiares ante la proximidad de un nuevo proyecto de vida, el mismo requiere de reflexión pues es necesario hacer un examen de conciencia para “darse cuenta”  que es lo que ya no resulta útil en el presente de acontecimientos dolorosos del pasado que  al recordar te hacen seguir sufriendo.

Algo imprescindible para resignificar es la voluntad ya que será necesario hacer ajustes,  pues ocurrirán transformaciones en la que incorporaras a tú vida otros aprendizajes, personas y hábitos para establecer vínculos más sanos en las relaciones afectivas. En este sentido es importante hacer una reconciliación con las experiencias vividas ya que en el viaje se modifica físicamente el acontecimiento pretérito, mientras que en la resignificación se modifica psicológicamente.

 La vida se trata de construir y recuerda que tú eres el único creador de tú realidad. Opta por hacerte la vida más ligera  y has de la resignificación un hábito!!.